Fake NewsEn los últimos tiempos se han publicado en medios de comunicación que se considerarían confiables, algunas informaciones que lindan con el sensacionalismo, y lo peor, que exageran y confunden las implicaciones de algunos resultados de la ciencia, más allá de todo límite ético y racional.  Son lo que se puede calificar “fake science news”, o “falsas noticias de ciencia” que por desgracia se reproducen at infinitum en medios alternativos y locales, promoviendo una visión totalmente confusa de la realidad.  Lo peor al respecto es que, al aparecer críticas o reinterpretaciones de esas falacias, algunos medios no lo publican ni le dan continuidad a esa información para esclarecer la verdad, o al menos, mostrar interpretaciones alternativas.  Con este proceder, los lectores se quedan con la información falseada y exagerada.

La explicación de este comportamiento puede estar vinculada al deseo de atraer lectores, sobre todo en medios que viven de anuncios y donaciones.  Quizás en Cuba deberíamos optar por establecer la fuente originaria de la noticia, y consultar la opinión de especialistas,  antes de reproducirla.

Recuerdo algunos años atrás cuando ocurrió el derrame de petróleo en el Golfo de México, a partir del pozo Macondo. Poco después de este evento se publicó una noticia que tuvo reflejo en medios nacionales.  Según aquella “fuente”, un submarino ruso había encontrado que el petróleo no se derramaba solamente del pozo, sino a partir de una enorme grieta en el fondo del océano que se extendía más allá del Golfo.  Aquella información estuvo bien camuflada, pues precisaba el nombre del navío y de su capitán, los cuales eran verídicos.  Cuando investigué este caso a pedido de un periodista, resultó que dicho submarino y su capitán no habían estado en el Golfo de México durante o después del derrame de Macondo, sino que navegaban bien lejos en el Atlántico Norte, y por supuesto, no habían realizado ninguna observación relacionada al derrame de hidrocarburos.  En este y muchos otros casos, el reportaje está basado en hechos reales, pero mal interpretados y tergiversados por el comunicador.

Desde entonces he tenido la curiosidad de seguir esas Falsas Noticias de Ciencia (FNC) y compartir comentarios con mis amigos y en mi página de Facebook.  Como este asunto de las FNC parece que llegó para quedarse, en este breve artículo paso a valorar algunas de esas “informaciones” –o más propiamente, desinformaciones– que en semanas pasadas tuvieron eco en diversos medios de comunicación, nacionales e internacionales.

El canal de magma de Galápagos a Panamá

Esta noticia informaba que un estudio científico había descubierto la existencia de un “canal o túnel subterráneo” entre las islas Galápagos y Panamá, por el cual estaba fluyendo magma incandescente hacia esta última locación.  Para aumentar el grado de confusión de los lectores, la información se ilustró con una foto que mostraba la boca de una caverna.

Al revisar este caso, encontré que existía un resultado científico publicado en una revista de absoluta seriedad, donde los autores del estudio habían determinado que la composición geoquímica de unas rocas basálticas colectadas en Panamá y Galápagos era semejante, y sugerían, que posiblemente había existido un flujo subhorizontal de magma, a nivel del manto superior, que llevó el magma fluido desde el “punto caliente” o “hot spot” de Galápagos hacia el este. Nada que ver con un canal o caverna, ni se trata de un volcán.  Estos flujos de magma se han detectado en otras localidades como parte de la termodinámica del interior de La Tierra.

La figura 1A constituye una representación de los campos de temperaturas en el manto y la corteza terrestre, basada en técnicas de tomografía sísmica, donde se aplicó un algoritmo para convertir la velocidad de las ondas sísmicas en temperatura.  La imagen demuestra que el manto y la corteza no son homogéneos, sino que en su composición existen sectores de distinta temperatura (los más fríos más rígidos; los más calientes más plásticos).

Modelo de tomografía terrestre donde se observan los sectores con distinta temperatura, que representan materiales de diferente composición, plasticidad y rigidez. Las líneas segmentadas y las flechas sugieren el curso y dirección de los movimientos de masas, donde las más frías y pesadas tienden a hundirse hacia la profundidad del manto.

Modelo de tomografía terrestre donde se observan los sectores con distinta temperatura, que representan materiales de diferente composición, plasticidad y rigidez. Las líneas segmentadas y las flechas sugieren el curso y dirección de los movimientos de masas, donde las más frías y pesadas tienden a hundirse hacia la profundidad del manto.

Modelo simplista donde se acota el espesor aproximado de cada capa.

Otras investigaciones han demostrado que los materiales más fríos  procedentes de la corteza terrestre, tienen la tendencia a descender en forma de enormes placas hasta alcanzar la superficie del núcleo, donde se acomodan y probablemente se funden, de modo que una parte fluyen de regreso en forma de magmas hasta la superficie terrestre.  Uno de estos sectores desde donde el magma asciende a la superficie desde la interface manto-núcleo, está situado debajo de las islas Galápagos.

Por tanto, la posibilidad de que estos magmas fluidos migraran desde el punto caliente Galápagos hacia el este es totalmente factible, pero tal flujo no ocurrió por una oquedad  o caverna, sino a través de los materiales sólido-plásticos que constituyen el manto terrestre.

¿El núcleo de La Tierra está creciendo?

Otra información tergiversada se divulgó el pasado año, cuando algunos medios revelaron el descubrimiento de que “el núcleo interno de la Tierra está creciendo más rápido por un lado que por otro”; y especificaban que, bajo el mar de Banda en Indonesia, el núcleo está creciendo más rápidamente que debajo de Brasil, debido a que “el calor se absorbe más rápido en algunas partes del núcleo interno que en otras”.  Esta es una afirmación mal formulada, pues hasta ahora no se ha podido establecer con precisión que el núcleo esté creciendo.

En el interior de La Tierra se distinguen el núcleo, el manto y la corteza, rodeada por la atmósfera.  En el núcleo se distinguen el núcleo interno, una esfera sólida de hierro y níquel con un radio promedio de 1 270 kilómetros, sometido a una temperatura que alcanza los 5 400°C. La presión a que está sometido hace que se comporte como una esfera sólida. Este elemento está rodeado por el núcleo externo, una capa de metal en estado líquido,  de unos 2 200 km de diámetro. Las propiedades de esta capa permiten que el núcleo interno gire respecto al manto y al resto del planeta. El manto alcanza unos 2 850 km de espesor, con una composición muy heterogénea, donde circulan materiales sólidos y fundidos en todas direcciones.  El manto está cubierto por la litósfera, cuyo espesor varía entre 20 y 70 km y su composición es extremadamente variada, tanto vertical como lateralmente.  La litósfera se divide en un conjunto de placas tectónicas, que se deslizan lateralmente sobre el manto, y en algunas regiones se hunden hacia el manto profundo a través de las zonas de subducción (Fig. 2).

Basta inspeccionar la figura 1A para percatarse de que sobre la superficie del núcleo hay sectores con muy distintas temperaturas, es decir, donde las ondas sísmicas alcanza diferentes velocidades, de manera que la determinación de la profundidad de la superficie externa del núcleo tiene cierto grado de ambigüedad. Esta “superficie” se determina de acuerdo a la profundidad de los puntos de rebote de las ondas sísmicas, mediante cálculos basados en una serie de suposiciones que dependen de los modelos físico-matemáticos que se asumen.  La ciencia funciona de esa manera, pues cuando faltan algunos datos, simplemente se asumen valores a fin de obtener una aproximación a la realidad.

Otro tema que genera bastante confusión en los lectores no especializados, es cuando los textos de divulgación utilizan representaciones del interior de La Tierra, superadas por el conocimiento actual, que más se asemejan a una caricatura que a la realidad (Fig. 1B). En este caso la ilustración muestran las superficies “lisas”, sin irregularidades, entre las distintas capas que se han distinguido en el interior de La Tierra, como si se tratara de capas bien distintas y homogéneas. Sin embargo, gracias a las modernas técnicas de procesamiento de imágenes y la aplicación de la tomografía sísmica, se ha podido inferir con mucho mejor detalle la constitución física del interior del planeta, resultando que tanto la litósfera como el manto son heterogéneos (Fig. 1A).

Al observar la figura 2A con cuidado, se evidencia que el manto terrestre no es una capa de composición y propiedades físicas estables, sino que presenta fragmentos de placas tectónicas procedentes de la superficie (en azul) que han descendido a distintas profundidades, algunas hasta la superficie del núcleo.  De esta interpretación se deriva también el concepto de que la zona del manto más cercana al núcleo, es muy dinámica, pues allí ocurren procesos termodinámicos extremadamente complejos.  La acumulación de segmentos de placas tectónicas sobre la superficie externa del núcleo, de algún modo da lugar a abultamientos y depresiones alrededor del mismo. Los sectores de litosfera que descienden desde la superficie (azul) incluyen rocas, agua y gases, que se han hundido en el manto a través de las llamadas zonas de subducción (Fig. 2B).  En general son materiales más fríos que los que constituyen el resto del manto, como se observa en la figura. En otros sectores del manto hay materiales muy calientes incluidas cámaras magmáticas cuyos materiales fundidos tienden a fluir hacia las partes altas del manto y alcanzar la superficie terrestre, donde brotan en forma de gases, agua y sólidos, a través de fumarolas, grietas, volcanes y otros conductos.  Algunos sitios de la superficie de La Tierra, donde brota el magma directo desde la superficie externa del núcleo, se denominan “puntos calientes”, como Hawái o Galápagos, donde hay volcanes muy activos. Otros efusiones de magma se encuentran en las islas volcánicas y las dorsales oceánicas (Fig. 2B).

La ciencia reconoce que es muy posible que la zona de contacto entre el núcleo y el manto en realidad presente un relieve complejo con depresiones y abultamientos, de modo que es perfectamente posible que la superficie núcleo-manto alcance distintas profundidades en diferentes lugares, a consecuencia de la geodinámica terrestre. Siguiendo este pensamiento, no se puede afirmar que el núcleo esté creciendo de tamaño, pues en tanto en algunos lugares se añaden materiales procedentes desde la superficie, en otros sitios del manto profundo se forman magmas que penetran en las capas superiores del manto y salen a la superficie, como se explicó antes. Este es un proceso que transcurre a lo largo de miles de millones de años.  Sin embargo, en algunas épocas de la historia de La Tierra, los flujos y brotes de magma caliente alcanzaron proporciones descomunales, provocando la acumulación de inmensos volúmenes de roca basáltica que abarcan grandes extensiones de terreno en el fondo de los océanos y en el interior de los continentes.

Resumiendo, en el interior de La Tierra ocurren procesos extremadamente complejos e interesantes, que son objeto de estudio de la ciencia, pero no es conveniente transformar estos conocimientos en alarmas innecesarias. Veamos pues otra noticia que puede calificarse como innecesariamente alarmista.

Representación de la constitución compleja del interior del planeta, donde los sectores azules son relativamente fríos, y los sectores en rojo muy calientes. Las placas que conforman la litósfera terrestre descienden en el manto por zonas de subducción hasta fraccionarse y descansar sobre la superficie del núcleo, recorrido que tarda miles de millones de años. Desde algunos sectores externos del núcleo emergen materiales muy calientes que alcanzan la superficie terrestre dando lugar a “puntos calientes” como Hawái o Galápagos.

Estructura profunda de un sector del océano Indo-Pacífico donde se observa la compleja constitución del interior planetario.

 

¿El núcleo terrestre dejó de rotar?

Hace años se estableció que el núcleo interno del planeta gira con respecto al manto y a la superficie terrestre, y esa rotación determina la existencia del campo magnético de La Tierra.  Esto significa que la intensidad y polaridad del magnetismo depende de la velocidad y sentido de giro del núcleo, que está constituido por aleaciones de hierro-níquel y otros componentes menores, sometido a  inmensas presiones y altas temperaturas.

Una falsa noticia de ciencia (FNC) publicada reiteradamente en estos días, afirma que el núcleo dejó de rotar, y que esto podría tener importantes consecuencias para la duración de los días, las comunicaciones y la orientación magnética. Estas afirmaciones sobrepasan las conclusiones del estudio científico publicado en la Revista Nature Geoscience.

Para entender el significado de esta investigación, es necesario saber que la velocidad de giro del núcleo se establece con respecto a la superficie terrestre, mediante cálculos basados en la trayectoria y duración del recorrido de las ondas sísmicas ocasionadas por terremotos y explosiones nucleares de gran intensidad.  Estas mediciones, realizadas por distintos grupos de científicos a lo largo del tiempo, han determinado que el núcleo, en ocasiones gira más rápido, o más lentamente, o se desplaza a la misma velocidad, en cuyo caso, pareciera que se ha detenido. Estos cálculos toman como referencia un punto seleccionado en la superficie terrestre.

Movimientos rolativo

Para ilustrar el movimiento relativo de dos cuerpos se puede aprovechar el ejemplo de dos trenes (A y B) que marchan por líneas paralelas y en la misma dirección, de modo que el observador se encuentra en el tren A mirando hacia el tren B.  En esta situación, en ningún caso es posible establecer si los trenes están detenidos, se mueven a la misma velocidad, o cuál de los dos frena o se acelera.  Por ejemplo, si el tren B se adelanta es posible asumir que esté acelerando o que el A está frenando.  Pero si el tren B se queda rezagado, se puede suponer que el A aumentó su velocidad o que el B está frenando.  Y si los dos trenes se mantienen uno frente al otro sin desplazamiento aparente, puede ser que ambos marchen a la misma velocidad o que ambos se hayan detenido.

Sobre esta base es que se malinterpretó la “parada” del núcleo, cuando realmente lo que demostraron los cálculos es que el núcleo estaba girando a la misma velocidad que la superficie terrestre, simplemente, porque de haberse detenido se habría cancelado el campo magnético, y esto no había sucedido.

Cambios en la orientación del polo magnético de La Tierra en los últimos cinco millones de años. Observe que la duración de cada intervalo normal o inverso es irregular, lo cual sugiere que la polaridad magnética no es un proceso cíclico regular.

 

Para profundizar en este tema basta saber que el campo magnético de La Tierra no es estable, pues se ha podido establece que la polaridad e intensidad del mismo ha variado a lo largo de la historia geológica. Y sabido que el campo magnético depende de la rotación del núcleo, se puede inferir que las variaciones del magnetismo son consecuencia de los cambios en el giro del núcleo.

Las mediciones de las oscilaciones del campo magnético terrestre se extienden al pasado geológico cuando se diferenció el interior del planeta y se formaron las distintas capas que lo conforman.  Las mediciones han establecido que hubo épocas cuando el polo norte magnético ha coincidido con el polo norte geográfico (denominado campo normal),  y en otras épocas la polaridad estaba invertida.  Este proceso no ocurre con regularidad, como se puede constatar en el gráfico de la figura 3, que recoge apenas los últimos cinco millones de años de historia de La Tierra.  La última de las inversiones de la polaridad del campo magnético ocurrió hace 40 mil años y fue relativamente breve, pues apenas duró 250 años.

En general se asume que las oscilaciones magnéticas no significan un peligro para la especie humana, pues durante más de 4 600 millones de años en nuestro planeta han florecido multitud de formas de vida, sin que hayan ocurrido catástrofes vinculables con la variación del magnetismo.  La única preocupación aceptable es que la modificación de la polaridad del campo y su intensidad, que puede ocurrir en cualquier momento, es posible que afecte las comunicaciones y los sistemas de orientación basados en el campo magnético.

Los continentes chocan o se dividen en pedazos

Dos noticias que se derivan de investigaciones bien fundamentadas, se han reiterado tantas veces que terminan por convertirse en informaciones falsas, a cuenta de los “ajustes” que introducen los medios. Una de estas noticias que reaparecen cada cierto tiempo, afirma que América del Norte chocará con Europa, y la otra, reitera que el continente africano se está partiendo en dos mientras está naciendo un nuevo océano.  Estas son informaciones que se derivan de los estudios de la dinámica de las placas tectónicas, y se pueden encontrar en cualquier libro moderno de Geología.

Sin embargo, la colisión entre Norteamérica y Europa no está ocurriendo ahora, sino todo lo contrario, ya que las placas tectónicas que contienen a estos dos continentes se están alejando la una de la otra.  La sutura está situada a lo largo de la “dorsal del Atlántico Norte”, sistema de elevaciones submarinas cuya sima está expuesta a la superficie en Islanda, donde se puede observar la formación de grietas y fosas asociadas a una intensa actividad volcánica, debido a que las placas se están alejando una de la otra (Fig. 4A).  La hipótesis de la colisión está basada en algunos modelos que predicen la ocurrencia, en el futuro, dentro de 50 a 200 millones de años, de un cambio trascendental en la dinámica de las placas, de manera que Eurasia y América, se amalgamarían en un nuevo supercontinente denominado Amasia, que estaría situado cerca del Polo Norte.

La formación de un nuevo océano en África, se deriva de un estudio que demuestra como este continente se está dividiendo en dos porciones, a lo largo de una gigantesca fractura conocida como Gran Valle del Rift. Esta proceso está en desarrollo desde hace unos 30 millones de años, y ha dado lugar a un sistema de fallas que cortan de NNE a SSW el extremo este del continente (Fig. 4B).  Esta estructura se extiende a lo largo de miles de kilómetros y se prolonga al norte en el Mar Rojo. A la velocidad en que está ocurriendo la fracturación de la placa Africana actual (unos 7 milímetros/año), han de transcurrir decenas de millones de años para que la formación de un nuevo océano se evidencie en el paisaje.

Surcos (saetas amarillas) formados por la extensión del terreno en Islandia, en medio del Océano Atlántico Norte, donde actualmente las placas de Norteamérica y Eurasia se alejan una de la otra. Las flechas rojas muestran la dirección de la separación.

Valle del Rift Africano. Observe la extensión de esa estructura desde el Mar Rojo hasta la costa del Océano Índico.

La mentira está allá afuera

Con este título, parafraseando el eslogan de los “Expedientes X”,  hace unos años la revista Juventud Técnica publicó un artículo basado en información facilitada por este autor, que tuvo como objetivo esclarecer la noticia publicada por Rusia Today el 21 de octubre de 2012,  con el título: “¿Es la Atlántida?: Confirman la existencia de una ciudad sumergida en el Triángulo de las Bermudas".

De acuerdo a este título, se sugiere el hallazgo de la mitológica Atlántida en el Triángulo de las Bermudas, al cual se incorporó la península de Guanahacabibes.

Este caso sirve para ejemplarizar de qué modo los hechos científicos pueden ser manipulados y tergiversados.  En dos palabras, la base para proponer la existencia de una “ciudad sumergida” en el fondo de la ensenada de Guanahacabibes, a más de 500 metros de profundidad, es el hallazgo de una serie de irregularidades en la superficie del fondo marino utilizando un equipo de sonar de barrido lateral.  De este sitio se elaboró un mapa bastante detallado, y se tomaron videos, fotografías y muestras de arena y rocas a más de 700 metros de profundidad, mediante un minisubmarino.

En varios reportes se afirmó que en el fondo marino había bloques de roca granítica, cuando realmente eran de caliza; se afirmó que había pirámides y muros, cuando sólo había bloques aislados enterrados en la arena; se afirmó que la zona se había hundido a consecuencia de la actividad de un volcán, cuando la única evidencia son algunos pequeños pedazos de escoria basáltica, cuyo origen es desconocido; y así sucesivamente.  A esto se añade la publicación de ilustraciones de la “ciudad” con enormes pirámides y avenidas, que nadie ha observado.  No menos asombroso es que en distintos reportes, la localización de este sitio se re-estableció, sin ninguna base, aguas afuera de Gibara y Cienfuegos (Fig. 5).

En el artículo de Juventud Técnica se transcribieron las conclusiones de un estudio que llevé a cabo tomando como base los datos existentes sobre esta localidad, donde afirmaba que: "Siempre hay personas dispuestas a creer lo que se les dice, porque se supone que los anunciantes tengan una ética, y si afirman algo es porque tienen pruebas. Sin embargo, en este caso ha primado la especulación, aunque desde el punto de vista científico subsisten algunos misterios que sería interesante esclarecer, los cuales se dilucidarán solo cuando tengamos los datos suficientes para poder llegar a una explicación sólida".

La cruda realidad, ya pasados muchos años de aquellos acontecimientos, es que se trata de una localidad extremadamente interesante, donde no se pudieron concluir las investigaciones que se estaban llevando a cabo por razones ajenas a la voluntad de los investigadores, dando como resultado el surgimiento de un “misterio” que se fundamente en la falta de la información necesaria y en la especulación.  Entonces sí se puede afirmar, en este ejemplo, que: “la verdad permanece aún allá afuera”.

. Localización de la zona (MEGA) donde se encontraron una serie de formas en parte cubiertas por las arenas del fondo marino, cuya interpretación está lejos de haber sido resuelta.

 

. Localización de la zona (MEGA) donde se encontraron una serie de formas en parte cubiertas por las arenas del fondo marino, cuya interpretación está lejos de haber sido resuelta.