Pintura de Ernesto Rancaño

Él pintaba colibríes y tocororos, y mujeres desnudas a punto de remontar vuelo, y retratos del Martí más nuestro... El recreó un mundo lleno de sentidos, pletórico de poesía. Y hermoso... porque estaba convencido de la utilidad de la belleza.

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En 2019 visitamos a Ernesto Rancaño en su estudio. Preparaba una exposición centrada en objetos más o menos cotidianos que él resignificaba. Una pequeña adición, una variación sencilla, un juego con la luz... y lo que normalmente pasaba inadvertido se singularizaba, ganaba nuevas implicaciones.

«Yo no creo que el artista sea un dios, pero ante su obra (y solo frente a su obra) tiene que jugar a serlo. Después uno despierta de ese sueño, y mira alrededor y se da cuenta de lo poco que puede hacer en realidad. Pero ese poco es algo. Y hay que entregarlo».

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A veces el color, con la profusión de las ilustraciones de un libro de cuentos para niños; y a veces la monocromía y el minimalismo. Del barroquismo a una esencialidad ejemplar. Pero siempre la delicadeza en la línea, el regodeo en la curva, la elegancia raigal.

«Yo soy un artista de contrastes, aunque no todos lo noten. Pero en mi obra están las dos caras de la moneda».

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El Martí de Rancaño mira al espectador sin sobresaltos, con la tranquilidad del hombre que ha cumplido con su deber. A veces en los ojos uno le descubre cierta tristeza. A veces duerme. A veces parece soñar despierto. «Martí es el alma de la Patria. Y el alma transita».

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Mucho se habla del compromiso social del artista. Y el compromiso primero es crear. Es hacer obra. Pero un artista es también un ciudadano. Un artista se posiciona.

«Yo estoy donde crea que esté la justicia. Y no temo decir mi verdad, aunque a otros no les guste. No me interesa quedar bien con dios y con el diablo, y sé que cada quien tiene su dios y tiene su diablo. Los míos los tengo bien claros. Yo los evoco con mis pinceles. Ahora bien, cuando Cuba necesite que yo deje mis pinceles y me ocupe de otras cosas, lo haré sin pensar dos veces».

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Cuba nunca necesitó que dejara sus pinceles. Cuba necesitó (necesita) de esos pinceles.

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«Fidel es más que un hombre: es una verdad. Uno nunca le va a hacer justicia con su arte. Pero lo intenta».

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Con Alexis Leyva, Kcho, Ernesto Rancaño integró la Brigada Marta Machado que llevó arte y ayuda a comunidades afectadas por desastres naturales, en Cuba y Haití. «De esa experiencia lo que más me marcó fue la mirada de los niños. Es maravilloso ver a un niño que se deslumbra ante la belleza. Y los niños encuentran belleza donde ya uno no es capaz de verla sin ayuda».

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«No tengo temor a la hora de trabajar con los símbolos de una nación, de mi nación. Porque son mis símbolos, es mi nación. Irrespetarlos sería irrespetarme a mí mismo. Ni siquiera puedo concebirlo. Puede que algunos no comulguen con la manera en que yo asumo la historia, pero es también mi historia, yo soy parte. No creo que el artista sea un cronista imparcial, que se sienta en una piedra y ve correr el río. A mí me gusta sumergirme en el río».

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Él pintaba colibríes porque le parecía que ese era un animal prodigioso: «cuánta fuerza en una criatura tan pequeña, cuánto impulso. Una vez soñé que un colibrí me levantaba en su vuelo».

Él se ha ido, en alas de colibríes.

 

NOTA DEL CONSEJO NACIONAL DE ARTES PLÁSTICAS

Este viernes falleció en La Habana el reconocido artista de la plástica Ernesto Rancaño, a los 53 años de edad, víctima de cáncer.

Graduado en la especialidad de Pintura y Dibujo en la Academia de San Alejandro, es considerado como uno de los más importantes artistas de su generación. Su vasta obra la extendió a todo tipo de soportes y disciplinas, y forma parte de prestigiosas colecciones de Cuba, América y Europa.

Fue el creador de un depurado universo visual, donde sobresalen la elegante belleza formal, una exquisita poética, y la desbordante Cubanía.

Martiano convencido, su compromiso con la Revolución y las causas justas fue raigal y fecundo.

Participó en la Brigada Marta Machado, liderada por Alexis Leyva Machado, Kcho, desde su fundación en el año 2008, y ayudó a comunidades de Cuba y Haití afectadas por fenómenos naturales. 

Fue miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos. Por decisión personal y familiar su cadáver será cremado.

Actualmente se exhibe en el Palacio de la Revolución su exposición personal “Al amparo del Dador”, la que contó en su inauguración con la presencia del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, quien en un tuit expresó que esta exposición era “… un homenaje sublime al Apóstol, donde encontramos las angustias y las certezas de las expresiones martianas… Eso es exactamente la obra de Rancaño”.