Embajador venezolano Alí Rodríguez Araque

En Cuba ha fallecido uno de los más relevantes políticos y diplomáticos de la Revolución Bolivariana: el entrañable embajador venezolano Alí Rodríguez Araque.

Alí Rodríguez Araque fue uno de tantos jóvenes latinoamericanos que asumieron la lucha armada como vía para arremeter contra la injusticia y alcanzar la libertad plena de sus pueblos. En sus años de guerrillero, tomó un pseudónimo, Comandante Fausto, y lideró varios frentes contra los gobiernos de turno en Venezuela.

Alí apostaba (y apostó a lo largo de toda su vida) por la Revolución. En su largo itinerario político militó en diversas agrupaciones, hasta que en la década de los ochenta decidió dejar las armas. Fue un cambio de táctica, no de estrategia.

Abogado, político y diplomático, constituyó uno de los referentes del movimiento revolucionario que llevó a Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela; y siempre fue fiel a los principios y esencias de esa Revolución. Diputado, varias veces ministro, embajador… era cercano colaborador de Chávez y su rostro se hizo conocido en América Latina por su apoyo decidido a la labor inmensa de la integración del continente.

Compartía la visión de los grandes próceres de la independencia: América Latina es más que una familia de naciones: el futuro debe ser la unidad.

Los cubanos tuvieron en Alí Rodríguez Araque a un amigo incondicional, que se consideraba, de hecho, parte de este pueblo. Embajador de la República Bolivariana de Venezuela aquí, dedicó los últimos años de su vida a potenciar unas relaciones de por sí sólidas y establecidas. El diálogo siempre fue entre hermanos. Encarnaba la correspondencia y la concertación de posiciones, la afinidad entre los dos proyectos, los dos países.

Hombre de cultura y sensibilidad, puso su gran experiencia a disposición de un proyecto que incluso trascendía a las dos naciones que hermanaba, tendiendo puentes de solidaridad con otras tierras.

En Cuba se hizo querer. Pero más allá de los buenos deseos, fue artífice imprescindible de proyectos conjuntos, que han beneficiado a los dos pueblos. Su muerte no es solo una gran pérdida para Venezuela: Cuba la siente igual de suya.